Eres responsable de ti mismo. Tú respondes de tus actos, tú asumes las consecuencias de tus acciones, de tus palabras y decisiones en cada instante. Nadie más que tu mente y tu corazón pueden decirte qué hacer o qué no hacer en cada momento y algo así, te convierte en una persona libre, en alguien capaz de construir su propio destino.

Muchos nos concebimos a nosotros mismos como seres maduros y autorrealizados, hombres y mujeres con capacidad suficiente para asumir las metas que nos proponemos. Sin embargo, hay un hecho que se ve con excesiva frecuencia.

Seguimos culpando a otros de nuestros malestares, fracasos y sufrimientos. A veces, nuestra infelicidad es el resultado de esa relación dependiente y dañina (de la que no nos atrevemos a salir). Por ejemplo: «mi inseguridad y mis miedos se deben a esa educación autoritaria que me dieron de niño (la misma que aún no he afrontado ni resuelto para convertirme en la persona que deseo ser)».

Culpabilizamos a los demás de cosas que deberíamos afrontar siendo responsables.

Los mejores años de nuestra vida son aquellos en los que asumimos por fin que los problemas son solo nuestros. Nada es culpa de nuestra madre, de la ecología o de la política. Cuando uno se da cuenta de esto, asume el control de su propio destino…

Cuando descubres que eres responsable de ti, tu vida cambia

La responsabilidad es una competencia psicológica de gran valor. Confiere seguridad a quien la usa a diario, define a esas personas comprometidas consigo mismas que actúan en base a sus valores, que toman plena conciencia de sus errores y los enmiendan para aprender, para seguir avanzando en su desarrollo.

Eres responsable de ti mismo y estás obligado a responder ante lo que te sucede

La palabra responsabilidad viene del latín responsum”y significa ‘responder ante algo o ante alguien’. Asimismo, desde un punto de vista psicológico esta competencia se vincula directamente con una esfera decisiva: el compromiso.

Por tanto, ser responsable de ti implica aprender a tomar decisiones que permitan alcanzar el bienestar y la realización personal. Y, a su vez, asumir las consecuencias de las acciones y saber reaccionar ante lo que acontece alrededor sin necesidad de culpabilizar a otros.

Es un proceso complejo, es cierto, pero al lograrlo sucede algo: no sentimos libres.

La responsabilidad personal nos hace libres para crear la vida que deseemos

Si desarrollas una buena responsabilidad personal podrás cumplir tus metas y alcanzarás la autorrealización, esa cima en la cual, poder sentirte bien con quien eres, con lo que te rodea y lo que estás logrando.

Para ello, y con el fin de transitar con éxito hasta esa cumbre, debemos tener en cuenta unos aspectos:

  • Eres libre para elegir el tipo de vida que deseas. Pero para lograrlo debes concentrar todos los recursos, energías y esperanzas en ti mismo. Nadie está obligado a ayudarte ni a facilitarte nada. La responsabilidad es solo tuya.
  • Ponte metas cotidianas y conquístalas. Cada día debes demostrarte a ti mismo que eres capaz de trabajar por tu bienestar y por los que amas.
  • Si algo te molesta, te quita la calma y te enturbia, resuélvelo. Hazlo lo antes posible; no dejes pasar el tiempo ni esperes  tampoco que otros lo hagan por ti.
  • Sé honesto en cada momento y en cada circunstancia; contigo mismo y con los demás.
  • Acepta y aprende de tus errores.
  • Comprométete cada día contigo mismo para mejorar, para ser más autónomo. Sé valiente para afrontar lo que temes, asertivo para defenderte, humilde para ser capaz de aprender, respetuoso para ser amable contigo y con quienes te rodean aunque a veces, no actúen como tu deseas.

Para concluir, aprender a ser responsable de ti mismo lleva tiempo y exige un compromiso constante. Sin embargo, una vez lo logramos, la sensación de libertad es absoluta. Trabajemos en ello.

De: LaMenteEsMaravillosa