La sanación está muy romantizada
Pareciera que deberían salir halos de luz y chispas y gotas de amor mientras nos elevamos a otras frecuencias.
Lamentablemente esto no es así.
Sanar heridas no es hacerse reiki, colocarse cristales y abrirse Registros.
Sanar no es leerse tarot, tomar flores de Bach y pendulear con un hebreo. Sanar no es recurrir al sol o armonizar chakras.
Sanar es HACERSE CARGO, y eso no es para cualquiera, es solo para valientes y corajudos que se animan a adentrarse en el alma, seguir su guía y dirección.
Sanar es agotador, aplastante, no tiene nada de glamoroso. No se escuchan cánticos ni mantras de fondo, ni hay luces de colores.
Sanar es abrir las puertas de lo que tenemos tapado, que no queremos ver, y ver como todas las resistencias juntas se aglomeran ante la situación incómoda de cambiar.
Presenciamos como se manifiestan temáticas de negación, el «está todo bien», boicots, y muchos sabotajes.
La sanación es ardua, profunda, caótica y fluctuante, no tiene un camino recto ni hay recompensas inmediatas.
Sanar es profundo e intenso, y conlleva mucha energía y mucho tiempo, mucha dedicación y constancia tanto que nos hemos acallado, desoído o negado.
Batallar con un ego que se resiste a a los cambios que broten del alma también es sanar.
Sanar es sangrar, supurar, doler, comprender, perdonar-se y al fin soltar.
Sanar es pasar por sucesivos estados de enojo, tristeza, decepción, necesidad de soledad y silencio… sanar es ir adentro, meterse en las propias sombras y aceptarlas.
No lo llamemos de otro modo , sanar es sanar, es ver la herida para ver los recursos a usar para atravesarla.
Estemos presentes en el proceso, para nosotros mismos, armando red, dejándonos sostener y comprendiendo lo misterioso que puede ser, sin controlar ni esperar nada más de lo que sucederá.
Todo es perfecto.
Sanar es a pesar de todo maravilloso, porque es liberado y libertador.
Reiki, cristales, registros akáshicos, Flores, son todas herramientas, pero el canal de sanación eres tú.
El único habilitado para tu sanación es tu propio ser.